lunes, 30 de noviembre de 2009

La Moda mata pero no engorda


Voy sin rodeos. El 2010 ya se acerca. Metemos demasiada mierda bajo la alfombra y luego pasa el año y ahí, como siempre el 31 de diciembre con la pea “del año” prometiendo cosas para el próximo. Hoy he ido a comprar la ropa para recibir mi 3er año lejos de mi tierra, me miré al espejo y con rabia por haber subido una talla, dije en voz alta: “Verga ¿No habrá en el mercado espejos con PhotoShop?... después de un corto silencio, varias carcajadas se colaron entre las cortinas de los probadores de Zara.

Es que es jodido escribir en una revista de Modas y luego verte en la foto del carnet del gimnasio con 5 kilos de más. Pero la cosa se complica cuando escuchas a un par de petardos en el baño diciendo: “Madre mía que pinta de latinking tiene este tío”, “Joder, si parece al hermano perdido de Ronaldo”. Quise arremeter como solía hacer hace 5 kilos atrás, pero preferí soltar una risa cabrona y pedirles mi carnet “extraviado” ¿La culpa? ¿Quién coño lo sabe? La cuestión es que no hay dictadura más pobre y tonta que aquella de lo “políticamente correcto“. Esa que dice que un negro no es negro, sino afroamericano y un maricón es gay porque suena mejor. Ahora soy amigo de los petardos y nos vamos de fiesta juntos.

No hace tanto que decíamos las cosas por su nombre, pero después de la explosión de la internet esto se ha vuelto un puto caos. Antes éramos "El Gordito" "La Flaca" "Culo `e barranco" "El Fideos". Mi vecina del 4D tiene miedo de decirle a su sobrino “gordito“, no vaya a ser que se le pegue eso de la anorexia; y ni mucho menos insultar a las feministas (con lo sano que es, no me jodan). Imagino el resultado: el niño les saldrá gordo, informático y maricón. Por aquello de llevar la contraria. Por culpa de lo “políticamente correcto“, además, no podemos comer hamburguesas grasientas ni nada que no luzca la jodida etiqueta de Light, o de Zero, ni, de bolas, poner mala cara cuando todo lo que vemos ha pasado por una freidora.

¿Saben qué? Que yo no soy modelo, ni mi trabajo depende de mis piernas. Ni de lo que hay entre ellas. Ni mucho menos apareceré en la portada de la Mens Health con los abdominales apretados y la cara de guebón. ¿Saben qué? Que esta navidad aunque no me coma las mismas hallacas de mi madre, ni el mismo pan de Jamón de mi tía Flora, me voy a hartar coño!, voy a beber todo el vodka que me de la gana, y le meteré el diente a todos los turrones de Alicante mientras me convenzo del refrán "lo que no mata engorda"

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