miércoles, 12 de agosto de 2009

La Estación de Autobuses


El autobús arrancó con un fuerte rugido hacia la calle. Llegó otro inmediatamente a ocupar el sitio, y una oleada de nuevos pasajeros, ansiosos de viaje, de desplazamiento, de un asiento con ventana, o de pasillo para los más altos, envolvió el gran coche. Miré hacia la puerta de batientes, pesadísima, la escalera, la brisa caliente, la luz metálica, cegadora, artificial, como la de una escena de película. Cientos de personas que cruzan rápidamente, que se detienen a cambiar de mano la maleta, a encender un cigarrillo, a hojear una revista en el quiosco, que entran en la tienda, que hacen cola en las taquillas, que no hacen nada, como sonámbulos, inmóviles, atenazados

<¡Viajeros con destino a Sevilla, segunda plataforma, salida B!> dijo una voz enérgica y femenina, pero nadie le hace caso,se pierde entre las pisadas, el arrastrar de maletas con ruedas, los bolsos sobre el suelo liso, las risas delos niños, y el discurso de un demente que pretende convencernos con su "palabra de Dios".

Ella no lo había notado, pero la rondaba desde que dejó el saco en el suelo, claro que también podía tomársele por cualquiera de los que rondaban por allí como esperando algo, a alguien. Él alargó la mano hacia la agarradera de su maleta, sonriente, obsequioso, protector, con la sonrisita de siempre -supongo-, la sonrisita de disculpa, la de antesdedarelsalto, la de clavamelasuñas nojoda, la de si te agarro te volteo como un calcetín, esa misma, la de como te agarre te saco el aire con mi trozo de carne venosa y caliente. Tiene cara de hijodeputa el cabrón y cree que nadie lo mira .

Pero en el fondo tiene miedo, trata de hacerse notar pero la chica no lo ve, es un tarado, es otro tarado como el tipo del metro que intenta rozar su cuerpo con las chicas guapas. Supongo otra vez y creo que tiene 44 años, usa loción de afeitar con olor a pino "fresca e irresistible", sólo que el capullo este se ha dejado bigote y patillas. <¡Ey, tú! ¿Es tuyo ese bolso?>. Ella lo cogió sin decir nada y siguió leyendo la revista. <¿Hace calor no? incluso aquí dentro que hay aire acondicionado, ¿verdad?> La chica hizo como que no escuchó. El tipo sacó un pañuelo y se secó la nuca sudorosa chorreada de gel para el cabello.

<¡Viajeros con destino a Madrid, primera plataforma, salida A!> La chica intentaba coger el bolso y al inclinarse un poco, el hombre acercó su pubis hacía una de las piernas de la chica, balbuceando un "¿Necesitas ayuda?" con un toque de sadismo que brotó con cada letra. Acto seguido, un rodillazo potente justo donde acaba la cremayera de aquel desagradable patán y un par de gritos que silenciaron el ruido de la Estación de Autobuses: "Hijo de puta, sádico de mierda" Él cogió su maleta con cara de cuando te dan en los huevos y huyó. Cogí la mía, subí, me senté en la ventanilla y encendí mi ipod, como siempre.