martes, 10 de marzo de 2009

Cada cabeza


Mundos donde el día, la noche, el tiempo y la huida crecen hasta la totalidad. Mundos de un sólo habitante algunas veces acosador y otras veces acosado por imágenes -aunque naturales- emanadoras de inseguridad, presencias inminentes, placeres inaccesibles -como una estampa sustraída a la memoria- y luego, una íntima evasión a través de la palabra...inconclusa, incompatible.

¿Los habitantes quieren conminarse a la propia soledad? ¿O se debería interpretar como lealtad a sí mismo ante la contingencia de los valores y puntos de vista del otro? Las visiones de los otros no son limitadas, sólo distintas, es por eso que la confusión se estaría metiéndo hasta los cojones en su trayecto obligado hacia el estado relajado del hombre. Sin pastillas, sin hierbas, sin aditivos.

La imágen más parecida a la convivencia de los mundos es al final el trabajo de un lenguaje que se castiga para que el discurso salga todo más liviano, ágil, sin agresión. Rescatándo el cariño y columpiándose en él para decir verdades que sanan.

La piel de los habitantes es el muro y lo demás es viento circundante, tierra y agua. Por eso, y mientras el tiempo teje y desteje sus mierdas, sus buenas noticias, sus idas de olla y momentos de lucidez extremas, y mientras el laberinto se complica en sus reveses....la realidad afirma que cada cabeza es un mundo lleno de sub-mundillos, válidos todos!

En la cabeza es donde ocurren los más insólitos eventos. La mía está dando millones de vueltas centrifugadoras ahora mismo.