lunes, 2 de junio de 2008

Yo con mi-arte tengo (Oda al tendedero)



¿Dónde hay más arte? En un maravilloso y caro cuadro de Gisbert o en el performance de una madre tendiendo sus secretos en el balcón?


Ese día, Jose Luis (mi amigo malagueño) y yo, fuimos a ver la reciente exposición de Goya y otras obras importantes alusivas al 2 de mayo en el Museo del Padro. Ya en la larga fila de la entrada quisimos ser Asiáticos por un momento para poder colarnos con ellos, quienes por estar en grupos les dan preferencias. Pero entre mi afro precoz y lo-ojos andaluces del Jose, oscuros y marcados, inmediantamente pillaron nuestro urdido plan y tuvimos que esperar un poco más.

Como se sabe, el visitante de los museos puede contratar los servicios de un guía para recorrer las exposiciones. Estos guías, generalmente son estudiantes de arte o historia de arte quienes exlican a los expectadores los seretos de "tanta obra extraña", de "tanta oscuridad supuesta o real instalada en cada obra, de tanta técnica y momentos psicológicos del artista" Entonces mi compi y yo decidimos una opción más hippie: el consabido catálogo con el mapa (¿pero quién lo lee realmente?). Esa fue la pregunta.

Pasamos olímpicamente de los auriculares unidos a un extraño dispositivo postúltima generación del cual salía una voz comentando algunas de las obras codificadas en estos aparatos y cuando ya no quieres escuchar la voz, te saltan pistas de música clásica.

Entonces, como es costumbre, ya no solo veíamos las obras expuestas. También veíamos un grupo de turistas hacinados en una esquina mientras las contemplaban escuchando la explicación de una señora despeinada y mal maquillada, pero eso sí, bien documentada. Otros estaban como ensimismados esperando salir corriendo del museo y en cambio otros se movían sin rumbo aparente, con el fondo musical de sus ipods, dando vueltas inconclusas y terminando en el mismo lugar de inicio.

Pero mi planteamiento es este: ¿El arte necesita explicación para ser recibido, que sin una información mínima la contemplación resulta imposible? No en vano, así lo parecen las caras de desconcierto, cuando no de simple despecho, de tantos expectadores en el momento de enfrentarse a lienzos enormes, cuadros monocromáticos, retratos de gente con mala cara, performances surrealistas o muy surrealistas.

Esas caras piden, exigen una explicación. pero mi respuesta es la siguiente: Es mejor no dárselas.

Lo digo porque si aceptamos eso, la obra de arte sobra, o bien se pretende hacer que sobreenvolviéndola en una maraña de palabras, que de ser adecuadas , sustituirían a la obra misma y de ser inadecuadas, redoblarían la inutilidad de la obra. Es decir, o bien disolvemos el arte en un valioso discurso sobre el arte, del cual cada obra dependería, o bien redoblamos la banalidad de cada obra con una banalidad equivalente en el discurso o el comentario.

Pero después de tanto andar por las salas del museo, Jose y yo nos esncontramos con el impresionante cuadro de Gisbert, "El Fusilamiento de los Torrijos" (1888) [foto principal], y aunque yo no tenía idea de los personajes que estaban plasmados de una forma tan magistral, me dio mucha curiosidad. Afortunadamente mi compi Jose se sabía la historia, se cuadró ante la imagen y me contó:

"Para servir de ejemplo de la defensa de las libertades a las generaciones futuras, José María Torrijos (1791-1831) había sido capitán general de Valencia y ministro de la Guerra durante el Trienio Liberal, teniendo que exiliarse al recuperar Fernando VII el poder. Desde su exilio en Inglaterra intentó en varias ocasiones sublevarse contra el monarca. El gobernador Vicente González Moreno le ofreció su apoyo si embarcaba desde Gibraltar hacia Málaga con 60 de sus más allegados hombres, apoyo que se convirtió en traición por lo que Torrijos y sus compañeros fueron abordados por un guardacostas y obligados a desembarcar en Fuengirola. Tras su apresamiento, el 11 de diciembre de 1831 fueron fusilados en las playas malagueñas, por delito de alta traición, sin juicio previo"
Los detalles de las botas sucias y de los rostros en esa pintura, son geniales.

Entonces para salir de dudas, es bueno preguntar si la intervencón de los catálogos, los guias de museo, las mesas redondas, la lectura de innumerables revistas elitistas, han permitido comprender mejor el arte. Si me responden que sí, no lo dudaré, eso significa que hemos conseguido matar la capacidad de mirar y sorprendernos, sustituyendo la experiencia estética por un análisis frío, reconfortante y tranquilizador que hace las veces de experiencia.

Al llegar a casa, al día siguiente, me asomé a la ventana y presencié un performance gratis y lleno de arte. Mi vecina del piso de arriba comenzaba a tender ropa. El sol que ya estaba saliendo producía un efecto de trasluz en cada prenda, camisetas, bragas, calzoncillos de super héroes y hasta lencería sexy de esta callada mujer. Sus movimientos precisos y experimentados por esa faena casi daria me dejaba perplejo. Poco a poco la luz del sol era cubierta por los encajes, prestando misterios a la siesta de bragas comprometedoras y comprometidas, sábanas que guardan secretos. Ahí estaba ella tendiendo su alma en el balcón, y el viento indiscreto, la explora, para dejarme la estela con aroma de flores en la ventana de mi habitación.


Es o no es Arte?