miércoles, 28 de noviembre de 2007

Alemania para principiantes


Daniel y Leo se congelaban en el centro de la pista. Eran músicos venezolanos, habían aterrizado en Frankfurt y estában a una hora y media de Kaiserlauten. Unas tias españolas los esperaban para llevarlos en carro hasta su destino. La nieve caía sobre ellos a cámara lenta, como heladas granadas de mano, filmadas por un corresponsal del todo inexistente. Abrazados y friccionandose mutuamente para entrar en calor, se dirigieron al interior del aeropuerto.


En el vestíbulo del aeropuerto había descapotables de cartón piedra para hacerse fotos estúpidas sobre fondos turísticos alemanes. Se encontrában tan congelados y perdidos que, en lo que en otra ocasión hubiese sido una excusa para volver a hacer de niños bobos, esta vez sólo sirvió para hacerles ver lo cansados que estában.


Se distribuyeron en tres carros más y, en un duermevela de faros y hielo y ronroneo de motores que los acunaba, fueron transportados hasta las oficinas centrales de la fiesta.


Allí donde todo se había gestado; en el lugar donde la sociedad secreta que había organizado tan extraño suceso en Alemania, urdía sus bizarros planes.


Un apartamento típicamente alemán: sin cortinas, con una cocina gigante, con un váter extrañísimo: ¡mira lo que ha salido de tu cuerpo, cerdo, antes de perderlo de vista para siempre! (los excrementos no caen directamente a la fosa sino que permanecen en una especie de estante para que su antiguo propietario pueda gozar de una última visión de sus restos ), y cómo no, cientos y cientos de botellas de cerveza de medio litro de todas esas marcas innombrables.


Así que superado sin superar el cansancio y desando una cama, se emborracharon. Explicaron a los allí presentes lo que era un "huevo chimbo", una "arepa", cuántos metros tenía el Salto Ángel, los precios de las tetas de silicona, cómo se procesaba el ron, qué era un "escuálido", una "jevita", y el "por qué siendo Venezuela un país tan rico había tanta pobreza"


A cambio de estas anécdotas de tercermundistas que pudieron llegar al primer mundo, dos de los catires mala conducta que organizaban el concierto de La Costa Brava -nombre de la fiesta en cuestión- , le explicaron a los paisanos, cómo fabricar una bomba casera y como sintetizar LSD a partir del moho del pan, con un poco de medicinas compradas en una farmacia cualquiera y siguiendo sus consejos podían volar un edificio y hablar con los señores rojo y verde que viven en los semáforos.


Al día siguiente se levantaron con el gran ratón, bebieron gloowine – vino caliente con canela- y descubrieron que las tiendas de pelucas era el comercio más numeroso y floreciente en toda la ciudad.


¿Pero es que allí nadie luce su cabello natural? ¿Nadie se lava la cabeza en Kaiserlautenn? Un reflejo de la personalidad de los habitantes de una ciudad es su comercio: en la sierra de coro, en Venezuela: Dulces de Leche y Queso e Cabra "El Cují", en Kaiserlauten Pelos sintéticos "El cráneo feliz". Y todavía les quedaba más de día y medio para subirse al escenario.

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